Te has preguntado, ¿por qué mentimos? Casi siempre las personas nos balanceamos sobre dos posturas en cuanto a la mentira. Una de ellas es vernos al espejo a nosotros mismos y sentirnos bien, y la segunda, es que también queremos los beneficios de ser deshonestos.
A simple vista, equilibrar ambas situaciones parece imposible. Sin embargo, existe algo que se llama flexibilidad cognitiva.
Es decir, nuestra capacidad para racionalizar nuestro comportamiento es lo que hace que tengamos el potencial para vernos a nosotros mismos como personas honestas y maravillosas y a la vez mentir un poco y obtener beneficios.
Eso quiere decir que la clave está en ¿qué tanto somos capaces de racionalizar lo que hacemos?
Si racionalizamos más, seríamos capaces de mentir más y ser más deshonestos y seguir pensando que no hay problema con eso.
La mentira es un fenómeno que está en la vida cotidiana. Estudios demuestran que los bebés de 6 meses inician mintiendo para capturar la atención de sus papás. Se sabe que los grandes mentirosos, esos que llevan el engaño hasta las últimas consecuencias no son muchos. Los que sí somos mayoría, somos los que nos creemos honestos y que hacemos las cosas bien, pero qué mentimos un poquito para obtener beneficios o evitar represalias.
Otro punto, es que resistir tentaciones que están a la vista, consume mucha de nuestra energía. Es muy probable que si estás constantemente expuesto a alguna de estas tentaciones, te cansarás, y al agotarte sucumbirás al engaño. Por tanto, una buena estrategia para no caer, es no resistir la tentación, sino aprender conductas de autocontrol o, si es posible y no hay consecuencias negativas, evitarlas.
A nuestros ojos, mentir un poco para sobresalir o para no quedar mal no tiene ningún impacto. No obstante, se genera un impacto enorme, ya que somos muchos los que engañamos un poquito… y de poquito en poquito, se llena el jarrito. Lo que parece inofensivo afecta a gran escala nuestra economía.
Recordar nuestros valores es una medida que nos ayuda a no racionalizar sobre la acción de engañar. Es una manera de monitorearnos y así nos damos la oportunidad de ser más reflexivos sobre nuestras acciones.
Muchas veces, el mentir esconde detrás otros motivos que nos impactan de manera significativa en nuestras emociones o pensamientos y por eso es preferible no ser honestos, para evitar esa incomodidad. Pero si te das la oportunidad de explorar estos motivos, puede que descubras tu propia respuesta a la pregunta de ¿por qué mentimos? Además de aprender a manejar las situaciones sin tener que recurrir a la mentira.
Recuerda que aún con mentiras, o sin mentiras, el hacerlo no te hace mejor, ni peor persona.
Pero si notas que estás teniendo problemas debido a esta conducta, siempre puedes buscar ayuda de un profesional de la salud mental. Y conocer los motivos escondidos detrás de la acción, para que puedas manejar la situación de una manera que te sea más útil.