¡Keep calm and lose control! Probablemente hayas escuchado esa frase en algún lado. Hoy mientras caminaba por la calle me pidieron participar en una encuesta, al preguntar sobre el tema me dijeron que se trataba sobre el control y me pareció interesante, así que acepté. Hubo una pregunta que me dejó pensando horas después:
¿Te consideras controladora?
Me parece que todo depende desde la perspectiva en la que quieras contestar, pues al principio consideré mi respuesta como negativa, pero al analizarla con detenimiento pude ver algunos puntos que me gustaría compartir contigo.
¿Has pensado en cómo te sientes cuando las cosas no están transcurriendo como querías?
Por ejemplo, en situaciones de incertidumbre o en las que no puedes hacer realmente nada al respecto. Tal vez tu respuesta hasta ahora sea parecida a la mía: “yo no soy controlador”.
Me parece que todos hemos pasado por escenas como las anteriores, en las que la emoción nos invade, nos llenamos de miedo, enojo o angustia, y esto se da porque no podemos controlar lo que pasa a nuestro alrededor. Además, nuestra mente comienza a trabajar a toda máquina, inundándose de pensamientos devaluadores, pesimistas y castigadores, que sólo aumentan el malestar que vivimos en ese momento.
Cuando esto sucede, ¿qué es lo que haces? ¿Intentas con las garras controlar lo que puedes? o ¿tratas de distraerte para salir de ese estado de malestar emocional y huir de esos pensamientos?
Seguramente has intentado ambas opciones, yo también lo he hecho, y lo que he notado es que tal vez esas estrategias funcionen al principio, pero eventualmente regresa la sensación de malestar. Puedo pasar horas planeando y pensando en formas de evitar o solucionar el problema, pero eso me ha llegado a quitar tiempo para hacer otras cosas importantes en mi vida, además de que es desgastante estar peleando por intentar tener el control. Que en realidad es una idea fantasiosa.
Pues sabemos que hay aspectos que no nos corresponde controlar, ya que quedan fuera de uno mismo.
Nadando contra corriente
Así que mi siguiente pregunta es: ¿Sirve desgastarse por intentar controlar algo que no puedes? Puede que tu mente te dé ideas como: “el chiste es intentarlo, a lo mejor lo puedes lograr”. Me gusta comparar los problemas con un río, imagínate nadando contra corriente y el resultado que podrías obtener probablemente sea mantenerte en el mismo lugar unos segundos, a lo mucho minutos, sin embargo, después sentirás el desgaste por nadar contra esa corriente con tal de ir a donde quieras.
¿Has pensado en qué pasaría si te dejas llevar por el río?
Suena aterrador, pues no es lo que nuestra mente llamaría lógico o prudente
A pesar de esto, puede ser una forma menos desgastante de sobrellevar las situaciones. Finalmente, en cualquiera de las dos opciones, decidas nadar o dejarte ir, el río termina teniendo el control. De esta otra manera, tal vez puedas descubrir que no es tan malo dejarse llevar e incluso disfrutar del paisaje mientras eres llevado por la corriente.
Claro que hay ocasiones en las que nosotros podemos hacer cambios que nos ayuden significativamente, pero es necesario aprender a detectar nuestros límites y cuando, en lugar de ayudar, nos estamos desgastando.