El amor es una droga que representa una alteración sumamente intensa en el funcionamiento cerebral. Se pueden identificar 4 etapas del amor que explican la fiesta neuroquímica que droga a nuestro cerebro.
“Enamorarse es como lanzarse a un precipicio. Tu cerebro grita que no es una buena idea y que el dolor y el daño inevitablemente llegarán a ti. Pero tu corazón cree que puede elevarse, deslizarse y volar”
Marie Coulson.
El amor es una droga: las 4 etapas
- Primera impresión. Se da la primera impresión mediante nuestros sentidos y como se dice comúnmente, “el amor entra por los ojos”. Pero no sólo la vista es la responsable del inicio del proceso del amor, ya que también entra por las fosas nasales con las feromonas. Cuando detectamos un aroma irresistible y hacemos contacto visual, una descarga eléctrica pone al cerebro en alerta despertando al sistema límbico.
- Atracción. Es la primera fase neuroquímica en la que la feniletilamina se esparce por todo el cerebro y comienza el alboroto del amor. Al principio entorpece varias actividades cerebrales y para recuperar el control, se secreta dopamina o norepinefrina, neurotransmisores que activan el hipotálamo. En conjunto con otras estructuras, se activan los típicos síntomas del enamorado: sudoración, palpitaciones, o contracciones estomacales (las famosas mariposas en el estómagos).
- Afecto o enamoramiento. Para controlar el caos bioquímico, también se activan las endorfinas y encefalinas: las drogas naturales del cerebro para calmarnos y ponernos felices. Después se produce oxitocina que genera la urgencia del contacto con esa persona. Hasta aquí llega el proceso en la amistad.
- Pasión. Los impulsos eróticos aumentan la testosterona en hombres y mujeres, siendo el responsable de la pérdida de juicio y toma de decisiones para favorecer la relación sexual.
Estos estado de alteración bioquímica pueden llegar a durar en total, alrededor de dos a tres años, por lo que hay dos opciones de conclusión:
- El término de la relación sentimental.
- La decisión de seguir amando a esa persona a pesar de no sentir tan intensamente ese estado adictivo. Es decir, que de “la pasión involuntaria de amar se pasa a la voluntad de amar”.
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(Flores, 2008, Revista digital Universitaria UNAM).