No nacemos con desagrado hacia algunos y preferencia hacia otros, las personas aprenden a odiar de la misma manera que aprendemos a sumar. El cerebro está equipado con sesgos cognitivos que son vías rápidas para adquirir y repetir información que ya ha sido almacenada, lo cual puede afectar los juicios que tenemos sobre el mundo.
Los padres, amigos, maestros, el contexto cultural y los medios de comunicación a los que somos expuestos, influyen y moldean nuestros sentimientos y actitudes. Por ejemplo, si nuestros amigos tienen como prejuicio que “los de otras escuelas son tontos” nos animarán a que hagamos lo mismo.
Otro factor que incrementa nuestros juicios y discriminación es que buscamos pertenecer a un grupo para aumentar nuestra autoestima. Eso lo podemos usar como una forma de orgullo y de valor propio y podemos creer que nuestro grupo es mejor que otro.
¿Qué podemos hacer para cambiar nuestro pensar?
Para cambiar es necesario reconocer que discriminamos, nuestros juicios, y buscar métodos que nos ayuden a el desarrollo de convivencias sanas, hacernos responsables de nosotros mismos y nuestros errores.
En una parte del libro las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco dice: “En México todos somos indios aun sin saberlo ni quererlo. Si los indios no fueran al mismo tiempo los pobres, nadie usaría esa palabra a modo de insulto”
Creemos demasiado en nuestros pensamientos, cuestionar nuestras ideas, juicios y creencias requiere un esfuerzo mayor, pero tenemos la capacidad de tener un pensamiento lógico, quizá no decidimos todo lo que vivimos y lo que sucede pero sí cómo respondemos, puedes hacerte libre en el pensamiento. Epicteto descubrió que ningún poder es tan grande como el que el hombre tiene sobre sí mismo.
Hacemos lo que practicamos, somos hábiles cuanto más practiquemos. ¿Y tú que estás practicando? En TQE podemos brindarte herramientas para conocer más sobre tu propio pensar.