Deseamos lo que no tenemos. Envidiamos lo que más deseamos. Y, paralelamente, en nuestra cabeza resuenan campanas con mensajes como: “el suyo es mejor; el mío es peor; él es mejor, yo soy peor“. Vivimos en un mundo donde cada día nos dictan cómo tenemos que vestir, qué comer, a dónde ir, ¡vaya!, el famoso: “tanto tienes, tanto vales”; en definitiva, qué tipo de persona tenemos que ser para tener “éxito”, tanto a nivel profesional como personal. Envidia: Declaración de inferioridad.
Esta incesante actividad de deseo encuentra inevitablemente frustraciones, y muchas generan esa cobra venenosa que tan bien conocemos, llamada envidia.
La envidia es un mecanismo de defensa que, inconscientemente, ponemos en funcionamiento cuando nos sentimos disminuidos al compararnos con alguien. Es un intento torpe de recuperar la confianza y autoestima que en algún momento se tuvieron, y entonces, parece que la envidia es una declaración de inferioridad.
Las expectativas sobre mí, sobre los demás, o sobre mi mundo hacen que no pueda disfrutar de lo que tengo y que esté pendiente de lo que falta y no de lo que hay. De centrarme en lo que tienen los demás, en vez de centrarme en mis fortalezas. Las expectativas irreales, son la cuna de la decepción, y ésta, el nacimiento de la envidia, que viene directamente relacionada con el miedo. Y definitivamente, el miedo NO es una declaración de inferioridad.
El miedo, es una emoción completamente compresible; es una emoción básica que nos indica que quizá, algo no va bien. Y entonces, el miedo no surge porque seamos inferiores sino porque tenemos expectativas poco objetivas tanto de nosotros como de los demás.
Así que aún estamos a tiempo: el miedo, posiblemente, sea el mejor amigo de la oportunidad y del cambio, y si lo sabemos utilizar podremos convertirlo en nuestro aliado.
Aprender a aceptar, si sabemos que ha llegado su momento, y reconectar con el objetivo más importante que todos tenemos como seres humanos: ser felices. Porque elegir nuestra felicidad es comportarse de manera inteligente. Porque está en nuestras manos elegir nuestras oportunidades.
Si deseas conocer más del tema, te invito a leer el siguiente blog: Nuestros juicios: No todo lo que crees es verdad